¿Orgasmos femeninos?

Hoy queremos compartir con vosotros un artículo que viene en el periódico donde a través de una nueva investigación se ha puesto en duda la existencia del punto G, del orgasmo vaginal y la eyaculación femenina. Nosotras estamos de acuerdo en que se investigue todo lo posible acerca de los orgasmos femeninos, masculinos y todo lo relacionado con el placer, ya que a lo largo de los años ha sido algo tabú y sucio.

Esta es la parte científica pero ahora vamos nosotras a centrarnos en la parte “carnal versus mental” que como decimos nosotras el sexo tiene cuatro eses: Sentido, Sensibilidad, Sentido del humor y Sexo puro y duro. Sin estas cuatro eses no hay un sexo completo ni sano.

Está muy bien saber que físicamente tenemos el clítoris, las zonas erógenas y como a través de las conexiones sinápticas se estimula el mayor órgano del sexo que es el cerebro.

Pero el cerebro sin sentidos no funciona, se queda en modo stand by esperando una información que nosotros tenemos que ser conscientes de percibir y canalizar.

Si esta información es bloqueada, por mucho que haya frotamiento, lametones, humedades, erecciones, etc. no lograremos disfrutar plenamente de nuestro propio placer y del ajeno.

Vamos a tener en cuenta todos estos datos pero a su vez añadir el sexo con consciencia. Para iniciarse en este tipo de sexo hay que iniciarse en el conocimiento de uno mismo, por ejemplo una opción muy buena es a través de la masturbación. Tendríamos que focalizar nuestra atención en las sensaciones de qué es lo que me produce placer, en qué situación, en qué momento, qué expectativas me surgen, que es lo que deseo, lo que fantaseo para lograr dejarme llevar ante el placer y disfrutarlo en plenitud. Con este conocimiento seremos capaces de trasmitírselo a mi pareja y así no caer en el falso mito de que mi pareja tiene que saberlo todo.

Practicando el sexo consciente no nos centraremos en el orgasmo sino que se quedará relegado a un segundo plano y se dará mayor importancia a las sensaciones. ¡Comprobadlo!

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¿Sabemos realmente lo que queremos?