Crisis de identidad
“Me siento baja, no me apetece hacer nada, todo me da pereza. No sé por dónde empezar, todo me agobia y en cambio no tendría por qué quejarme. Todo en mi vida parece que cuadra, estoy casada, tengo hijos, un buen trabajo, buena salud, etc. pero no me siento plena, siento que algo me falta y no sé qué es. No hago más que buscar cosas para sentirme mejor pero luego no sé por cuál decidirme y no soy nada constante.
¿Es qué me falta fuerza de voluntad? ¿Es que me tengo que conformar? ¿Será la crisis de los 40? ¿Algo va mal pero no soy consciente? ¿No hay nada más en esta vida?”
Cuantas personas se sienten así, es lo que denominamos crisis de identidad, un sentimiento de vacío, de soledad, donde necesitamos un cambio. Estas crisis son normales y son algo por lo que tenemos que pasar varias veces a lo largo de nuestra vida.
Suelen pasar tras pérdidas personales, rupturas, adolescencia, etc. Son importantes porque nos ayudan a crecer como personas, a darnos cuenta que tenemos que evolucionar hacia otro estado donde ser conscientes que algunas de las cosas se han convertido en lastres y es necesario coger unas nuevas. No es raro sentirnos perdidos, que no tenemos un objetivo en la vida, que hemos entrado en una monotonía. Este estado es desagradable e incómodo pero es necesario pasar por esta emoción y así llegar a estar cómodos.
El primer paso es aceptar que nos sentimos mal, es decir, la situación y comenzar el proceso de cambio. Tenemos que empezar por profundizar en nosotros mismos, en qué es lo que de verdad queremos antes de buscar a diestro y siniestro una solución fácil. Así sabremos hacía donde queremos ir. Sobre todo no hay que huir, es cuestión de tiempo, de aceptar que es un proceso por el que tenemos que pasar.
“La crisis es necesaria para que la humanidad avance. Solo en momentos de crisis, surgen las grandes mentes”. Albert Einstein